sábado, 8 de septiembre de 2012

La llave de la felicidad



Ser feliz es uno de los deseos más universales del ser humano. Pero ¿realmente existe la felicidad o no es más que una percepción?, ¿es un deseo realmente alcanzable?. La búsqueda de la felicidad ha sido explotada durante años por la publicidad, a través de mensajes que nos muestran como la compra de un producto hace feliz a su propietario. Quizás por eso mucha gente asocia el concepto de felicidad a la posesión de dinero y riquezas. Pero independientemente de todo esto, la felicidad es clave en el mundo de la empresa, porque un equipo humano "feliz" será un equipo alegre, optimista, con confianza. Es por eso que cada vez se habla más de psicología positiva e inteligencia emocional aplicada al mundo de la 
empresaDaniel Goleman, con su célebre libro "Emotional Intelligence" publicado en 1995, hizo que las empresas y sus gestores tuvieran en cuenta los sentimientos y las emociones de sus empleados. Lo cual supone un gran avance respecto la Pirámide de Maslow, o jerarquía de las necesidades humanas, que durante tantos años se enseñó en las Facultades de Económicas de todo el mundo. Yo mismo tuve que estudiar a Maslow en la Universidad, y por si no  estás familiarizado con él te diré lo que este psicólogo estadounidense afirmaba. Maslow establecía en su teoría una jerarquía de necesidades humanas, y defiende que según se satisfacen las necesidades más básicas como la alimentación (parte inferior de la pirámide), los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados relacionados con el reconocimiento y la autorrealización (parte superior de la pirámide).


Pero al margen de teorías, hay una realidad: la felicidad de las personas que participan en una empresa, afecta a los resultados de la misma. Y por eso quiero compartir contigo un viejo cuento, que espero que guíe tu vida tal y como guía la mía.


"LA LLAVE DE LA FELICIDAD (Cuento de la tradición oral Hindú)"

El Divino se sentía solo y quería hallarse acompañado. Entonces decidió crear unos seres que pudieran hacerle compañía. Pero cierto día, estos seres encontraron la llave de la felicidad, siguieron el camino hacia el Divino y se reabsorbieron a Él. Dios se quedó triste, nuevamente solo. Reflexionó. Pensó que había llegado el momento de crear al ser humano, pero temió que éste pudiera descubrir la llave de la felicidad, encontrar el camino hacia Él y volver a quedarse solo. Siguió reflexionando y se preguntó dónde podría ocultar la llave de la felicidad para que el hombre no diese con ella. Tenía, desde luego, que esconderla en un lugar recóndito donde el hombre no pudiese hallarla. Primero pensó en ocultarla en el fondo del mar; luego, en una caverna de los Himalayas; después, en un remotísimo confín del espacio sideral. Pero no se sintió satisfecho con estos lugares. Pasó toda la noche en vela, preguntándose cuál sería el lugar seguro para ocultar la llave de la felicidad. Pensó que el hombre terminaría descendiendo a lo más abismal de los océanos y que allí la llave no estaría segura. Tampoco lo estaría en una gruta de los Himalayas, porque antes o después hallaría esas tierras. Ni siquiera estaría bien oculta en los vastos espacios siderales, porque un día el hombre exploraría todo el universo. "¿Dónde  ocultarla?", continuaba preguntándose al amanecer. Y cuando el sol comenzaba a disipar la bruma matutina, al Divino se le ocurrió de súbito el único lugar en el que el hombre no buscaría la llave de la  felicidad: dentro del hombre mismo. Así que creó al ser humano y en su interior colocó la llave de la felicidad.

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